Durante años esta película fue un hito invisible, una película de culto de la que sólo se podía oír hablar, porque no había copias en videoclubs ni, mucho menos, la pasaban en filmotecas. John Flynn era un director denostado que, en los noventa, se ponía al servicio de Sylvester Stallone y Steven Seagal puesto que la industria había olvidado y denigrado su impagable labor en películas bestiales como La organización criminal (1973) o la propia El ex-preso de Corea -spoiler: el protagonista fue preso en Vietnam, ay-, un film de venganza escrito por Paul Schrader que, por fin, disfruta hoy en día (gracias a Quentin Tarantino) del lugar privilegiado en la historia del cine que se merece.

Presentada por la estrella de las redes Alejandro G. Calvo